Culturas ancestrales

GENERALIDADES DE ALGUNOS PROCESOS CULTURALES MÁS REPRESENTATIVOS DE MANABÍ

Es necesario un poco de información sobre estas culturas para su real apreciación, sin olvidarnos que quienes elaboraron, hace miles de años, estas piezas, eran personas, eran individuos que se expresaban por medio de sus manualidades, que a veces, llegaban a ser obras de arte.

Estos procesos culturales se fueron desarrollando a través del tiempo y sus protagonistas fueron descubriendo y usando técnicas para mejorar su vida diaria, de adoración, en navegación y pesca, agricultura, elaboración de textiles, medicina, cerámica y otras. Siendo relevante que no se encuentra ni armas para batallas ni figuras de guerreros, ya que eran pueblos pacíficos.

Cada una de estas fases culturales tuvo distintas expresiones artísticas, especialmente en sus figuras cerámicas. No es que de la noche a la mañana desaparecieron y dieron paso a la siguiente, con el tiempo las expresiones artísticas, los modos de vida y las necesidades tuvieron diversas interpretaciones de acuerdo a las necesidades y gustos estéticos de cada época.

Actualmente, los alfareros de La Pila, elaboran réplicas únicas de piezas arqueológicas originales, con las mismas técnicas ancestrales que utilizaban sus antepasados.

Valdivia

Desde 3100 a.C. aproximadamente

El surgimiento de la cultura Valdivia en el área sur de Manabí y norte de la provincia de Santa Elena es de gran importancia, ya que es una de las más tempranas en el desarrollo social de América: de grupos nómadas, de recolectores y cazadores se transformaron en asentamientos humanos permanentes. La cultura Valdivia es llamada así porque fue en los alrededores de ese pueblito actual, donde los arqueólogos encontraron los primeros indicios de este asentamiento humano.

Los agro-alfareros originales de Valdivia, trabajaron en piedra, elaboraron herramientas de cultivo con grandes conchas, y trabajaron una excelente cerámica cocida para objetos de uso doméstico y pequeñas figuritas, mayormente femeninas, dando pie a que se hable de un matriarcado. También hay indicios de recolección vegetal y la domesticación de animales para su alimentación; su dieta consistía mayoritariamente de maíz, frejoles, maní, tubérculos, frutas, pescados y animales de caza, entre otras manifestaciones culturales.

Se ha determinado que los valdivianos introdujeron la modificación del terreno para la agricultura y optimización del agua haciendo albarradas, pozos, camellones, terrazas de cultivo, y estas técnicas siguieron usándose casi hasta nuestros días.

Sus aldeas consistían en una plaza central alrededor de la cual hay registros de utilización pública, religiosa y viviendas comunales.

Las figurillas Valdivia son muy pequeñas en comparación con otras culturas, desde 3 a 20 cm, aproximadamente, son estilizadas, con grandes senos, sus caras estaban apenas esbozadas, peinados complicados, con engobe rojo. Casi siempre tienen los brazos al frente, bajo sus senos. Se ha encontrado figuras con doble cabeza; las representaciones masculinas son escasas pero similares a las femeninas, con la diferencia de sus órganos sexuales. Las características varían de acuerdo a las diversas fases que los arqueólogos han definido, pero manteniendo sus formas generales.

Chorrera

Desde 1000 a.C. aproximadamente

La cerámica de estilo Chorrera se encuentra desde la provincia de Esmeraldas, en toda la provincia de Manabí, la provincia de Santa Elena y la cuenca del río Guayas.

Esta cerámica es una de las más espectaculares del Ecuador, las piezas son de líneas puras, estéticamente bellas y hechas, seguramente, por profesionales artesanos del barro, debido a su finura y excelente manufactura. Se cree que estas figuras y vasijas fueron ofrendas funerarias para acompañar a las élites al más allá, y se ha planteado que este tipo de organización política estaría presente en la Costa del antiguo Ecuador desde los primeros asentamientos.

Algunas características técnicas de la cerámica Chorrera son: Cremosa chorreada blanca/ grabado sombreado y dividido en zonas/ botellas de pito con vasos comunicantes / vasijas antropomorfas y zoomorfas/ modelaje realístico/ decoración negativa/ ahumado intencional de la cerámica y la pintura iridiscente. La mayor innovación en la cerámica Chorrera es la conversión de la botella de doble pico y puente, en una botella con pico, puente y pito, además de su exquisito arte estético dentro de una simplicidad de líneas y formas con increíbles representaciones de la fauna local. Muchas de estas vasijas emiten el sonido de la figura que está presente en ellas, al verter el líquido.

Se percibe estratos sociales en la organización de sus modos de vida, basándose en la variedad y calidad de las representaciones cerámicas.

Jama - coaque

Desde 500 a.C. aproximadamente

Los hallazgos más antiguos encontrados y estudiados de esta cultura se hallan en el norte de Manabí.

La cultura Jama-Coaque se destacó por su inmensa producción de cerámica, especialmente de figuras humanas y animales que eran elaboradas con gran detalle y expresividad, y en ellas se reflejan las creencias de esta cultura y elementos de su modo de vida como recreaciones de pesca, caza, bailes, vestimenta, utensilios para alimentación, edificaciones y otros; también elaboraban instrumentos musicales. Las piezas en barro eran realizadas con colores brillantes y llamativos: verde, amarillo, rojo, blanco, utilizaban técnicas complejas para lograr piezas de alta calidad. En las figuras de animales se representaban principalmente jaguares, monos, loros, pelícanos, pescados y otros animales que eran importantes en su vida diaria. Las figuras humanas representadas eran hombres y mujeres con atuendos ceremoniales, faldas y pecheras, tipo poncho, muy elaborados y joyería como collares, pulseras, narigueras, aretes y tobilleras, muchas eran huecas y tenían pitos.

Además del trabajo en barro, los artesanos de la cultura Jama-Coaque también se destacaron por su habilidad en la metalurgia, la elaboración de textiles, técnicas de pesca, de navegación, entre otros. Sus objetos de metal, como las hachas, elementos de la vida diaria y los adornos, eran considerados obras de gran valor y usados en ceremonias.

Se cree que la espiritualidad de la cultura Jama-Coaque estaba basada en la adoración de la naturaleza y los dioses de la lluvia y la fertilidad. También se piensa que tenían un sistema jerárquico y que las élites controlaban el comercio y las decisiones políticas.

En general, la cerámica de la cultura Jama-Coaque era una expresión artística muy importante para esta sociedad precolombina. Sus técnicas y diseños se han conservado a lo largo de miles de años y se han convertido en un legado cultural valioso para Ecuador y para el mundo. La cerámica de la cultura Jama-Coaque se elaboraba con barro de alta calidad, que se extraía de las riberas de los ríos cercanos. Esta arcilla era mezclada con otros materiales como arena, fibra vegetal y ceniza volcánica, para crear una masa resistente y maleable que permitía dar forma a las figuras.

La técnica que utilizaban los artesanos de la cultura Jama-Coaque para producir sus figuras de barro, era la de dar forma a la arcilla con las manos sin la utilización del torno. También se usó los moldes para figuras en serie. Las figuras eran pulidas con una piedra pequeña, muy densa y pesada, para lograr una superficie lisa y uniforme antes de su cocción en hornos abiertos.

Una vez modeladas y pulidas, las figuras de barro eran decoradas con colores como amarillo, verde, turquesa, naranja, negro, blanco y diseños. Para ello, los artesanos empleaban pigmentos naturales, obtenidos de minerales y plantas, que mezclaban con una base de arcilla líquida y luego las cocían en hornos rudimentarios con los que lograban altas temperaturas y se volvían resistentes a la humedad y a las inclemencias del tiempo.

Manteña

Desde 500 d.C. aproximadamente

Los manteños, quienes tuvieron el primer contacto con los aventureros españoles cuando llegaron a esta región en 1532, habitaron desde el norte de Manabí, pasando por su Centro habitacional y ceremonial más importante en el Cerro de Hojas-Jaboncillo, hasta poblados en el sur de la provincia de Manabí, y en la actual provincia de Santa Elena. Tuvieron una fuerte influencia cultural en lo que hoy es la provincia de Guayas, donde se desarrolló la cultura Huancavilca; además, se ha establecido que tenían contacto con los habitantes de la Sierra ecuatoriana. Es la única cultura que tiene fuentes de referencia en los escritos de los cronistas españoles.

Basándose en los vestigios, los arqueólogos han determinado que esta Confederación, altamente organizada, surgió desde aproximadamente el año 500 d.C. hasta 1534, en que fueron diezmados por las enfermedades traídas por los conquistadores, o integrados por su dominio forzado. Este grupo tenía contacto marítimo desde México hasta Chile, usando embarcaciones construidas con palo de balsa y caña guadua con velas, para hacer trueques con conchas Spondylus y otros productos de esta área, constituyéndose en centros de distribución regional, ya que eran grandes comerciantes.

Durante la conquista, fueron muy sagaces y aprendieron el idioma y las costumbres de los conquistadores para poder sobrevivir, manteniendo, pese a todo, algo de su propia cultura: creencias, algunas de sus técnicas avanzadas en navegación, agricultura, cerámica, y otros temas, pero, lamentablemente perdieron su idioma, sus gentilicios, sus denominaciones geográficas, su música, su gastronomía entre otros.

Es de agradecer que, a pesar de no entender el idioma ni conocer las costumbres culturales de nuestros pueblos, los cronistas españoles asentaron detalles de la vida de los conquistados simplemente por observación. Describieron pescadores, viviendas pequeñas hechas de madera con base de grandes piedras, también destacaron la construcción de balsas y su avanzada metalurgia. En el Cerro de Hojas-Jaboncillo y en Agua Blanca, López Viejo, se encontraron asientos de piedra en forma de U, llamados monturas en algunas localidades, cuyas bases son figuras felinas y humanas, cada una distinta a la otra. Desde las sillas en U que se encuentran en la cima del Cerro Jaboncillo, se puede contemplar tanto el mar como la inmensa área habitada en esa región.

Los arqueólogos han estudiado solo 57 hectáreas de 3500 que se cree que habitaron los manteños en esta cadena montañosa y han encontrado más de 800 objetos arqueológicos hasta la fecha. Actualmente, existe un laboratorio de investigación científica, un Centro de Interpretación, senderos guiados y un pequeño arqueo-museo para visitas públicas en las afueras de Picoazá – Portoviejo.

La agricultura de la época manteña, a pesar de que mantuvo la antigua usanza de obras como terrazas, albarradas, canales de riego, pozos y otros, las tecnificaron aún más y tenían silos para almacenar alimentos; pero se destaca especialmente la memoria colectiva para la elaboración de excelentes piezas de barro, moldeadas a mano y también talladas en piedra, que marcan la cultura manteña.

Existe una gran variedad de piezas elaboradas en barro cocido: mujeres, hombres, animales, ocarinas y pitos de infinidad de modelos, sellos, torteros y los incensarios que son los más conocidos, se identifican porque en su mayoría son de color negro, obtenido al sumergirlos inmediatamente después de su cocción, en estiércol de vaca, seco y desmenuzado. Las figuras tienen grandes narices, que hasta el día de hoy se ven en esa zona, los ojos conocidos como de pepa de café o solo dos incisiones y la boca es, por lo general, sencilla. Las vasijas son más bien simples y utilitarias. En piedra se encuentra desde los asientos en U, estelas, monolitos y otros, hasta metates y manos realizados en forma dedicada.

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