“Muchas emociones se cruzan, que uno prácticamente ni sabe cómo explicarlo, porque uno se siente feliz al crear otras imágenes, otros modelos”.

Antonio Quijije Gómez, artesano nacido el 22 de julio de 1962 en La Pila, hijo de Celestino Colón Quijije y Edilia Gómez.

Junto a su hermano, aprendió el oficio de su padre, quien fue de los primeros alfareros del sector. Su madre ayudaba en el pulido de las piezas, por lo que, de alguna forma, constituían una empresa familiar donde todos aportaban dentro del proceso, desde el modelado a mano del barro hasta su venta, que la hacían en el sitio, al que llegaban a comprar de varios lugares del país.

“Uno se volvía bien orgulloso de saber hacer las culturas. Algunos de mis hermanos comenzaron a trabajar así, yo también tengo un nietecito pequeño, cada que viene, comienza también a jugar así con el barro, le va gustando. Así comenzamos nosotros”, reflexiona.

Considera que es importante que se transmitan las técnicas artesanales tradicionales a las nuevas generaciones, porque garantiza que se conviertan también en artesanos.

Sus primeras capacitaciones las obtuvo a través del Servicio Ecuatoriano de Capacitación Profesional (SECAP), a la que se sumaron otras de varias instituciones que aportaron a su experiencia.

Vende sus creaciones todos los fines de semana en las playas, pero también suele ir a recorrer la sierra, pues, aunque empezó siendo una actividad rentable de la que vivían en el sector, actualmente, por varias causas, como el sismo que sacudió la provincia en el 2016 y la pandemia por Covid 19 a partir del año 2020, las ventas decayeron.

Aparte del modelado a mano del barro, trabaja con moldes y barbotina, incluyendo las piezas pintadas dentro de su oferta. Cabe destacar, que a pesar de explicar a los compradores las diferencias fundamentales entre los productos, no solo en material y acabados, sino en tiempo, esfuerzo y creatividad, no todos logran comprender que las piezas hechas exclusivamente a mano tienen un valor agregado que hay que compensar.

Por ello, considera que es importante que se haga una amplia difusión —dentro y fuera de las fronteras patrias— del oficio de los alfareros de La Pila y de sus creaciones, sean réplicas de piezas arqueológicas o nuevas figuras que surjan desde su creatividad.

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